Desde que recibí la misteriosa carta con el dibujo del tren y la margarita, tuve la certeza de que se trataba de Laura. No era un simple razonamiento, me lo decía el corazón.
¿Cómo demonios ha podido contactar conmigo en internet?, utilizo seudónimo, no tenemos amigos comunes. Abandoné todo lo conocido cuando desapareció de mi vida. Tampoco voy a indagar sobre el asunto, lo importante es que hemos vuelto a hablar.
Pudo haber llamado a la puerta y presentarse sin necesidad de dejar aquel sobre anónimo.
- Tuve miedo -me dijo. Miedo a decepcionarte.
Me quedé inmóvil delante del teclado, mi mente gritaba las respuestas, los dedos se negaban a obedecer. Sentí un nudo en el estómago que fue subiendo hacia el pecho, la garganta, y finalmente estalló en la cabeza.
Un nuevo mensaje me devolvió al presente:
- ¿Sigues ahí?, no dices nada...
- Si, Laura... ¿Cómo puedes pensar eso?, ¿sabes? vi una película llamada "Los Puentes de Madison", el protagonista dice una frase que me gustó cuando la escuché: "Los viejos sueños eran buenos sueños. No se cumplieron, pero me alegro de haberlos tenido". Siempre estuve enamorado de ti, y lo sigo estando. Nada ha cambiado.